El origen de la Hermnadad de la Ilustre, Venerable y Real Hermandad de la Santa Caridad y Misericordia se remonta a los inicios de 1501, pues ya en 1501 están fechadas sus primeras reglas. Su tenor literal se conoce gracias a un traslado diciochesco insertado en la Regla de 1787. Los primigenios estatutos constaban de 27 artículos y fueron concluidos el 29 de junio de 1501. Su aprobación por la autoridad eclesiática se demoró bastantes años, algo habitual en la época, pues no fueron refrendados por el Provisor de la Archidiócesis hasta el 4 de noviembre de 1536. En estas primitivas reglas se establecían como Titulares de la Ilustre Hermandad de la Santa Caridad y Misericordia el Santísimo Cristo de la Misericordia y la Virgen de Belén.

Esta antigüedad, fue refrendada por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo D. Carlos Amigo Vallejo , en la fecha de veintitrés de febrero de dos mil uno.

historia1Desde su fundación hasta la segunda mitad del s. XX, la Hermandad de la Santa Caridad y Misericordia, se caracterizó por ser una hermandad conformada por las élites locales (terratenientes), que dirigieron los designios de la institución, como aparece reflejado en el primero de sus títulos Ilustre, que hace mención a este respecto. No todo el mundo tenía el privilegio de pertenecer a dicha corporación, ello estaba reservado a un grupo reducido que solía rondar entre los cincuenta y sesenta hermanos, que debían de sufragar no sólo los gastos que ocasionaba la cofradía sino también gran parte de los gastos de funcionamiento del Hospital de la Caridad. Por ello podemos observar en los libros de actas como era muy elevada la cuota anual que estos hermanos debían de pagar, por ejemplo en la segunda mitad del s. XVII era de tres ducados, un hacha y una arandela y de 350 reales para el que ostentara el cargo de Mayordomo, así como a finales del s. XIX (1897) era de 15 pesetas.

La Hermandad desde su origen se ha dedicado al cuidado, asistencia de los pobres enfermos de su hospital y al tránsito de los mismos, tal y como se especifica en el capítulo primero de sus reglas.

A los pocos años de la erección de esta Hermandad y para cumplir con ese capítulo de sus reglas, se creó en el año de mil quinientos dieciséis un hospital, conocido desde entonces como el Hospital de la Santa Caridad y Misericordia; este hospital se construyó junto a una capilla. Desde el año de 1516 hasta el año de 1639 son los propios hermanos de la Hdad., los que se encargaron del tránsito de los pobres y enfermos y de los enterramientos de los pobres, sufragando los gastos de los mismos. Para tal fin, durante el siglo XVI y partedel siglo XVII es ejercida directamente por la propia Cofradía, valiéndose para ello de la contratación de caseros.

Con motivo de la gran crisis del siglo XVII, que supuso el empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la población, la proliferación de sectores marginados de la sociedad (pícaros, mendigos, vagabundos) y la aparición de las continuas epidemias, hizo que la Cofradía tuviese que plantearse la colaboración de entidades religiosas para cumplir con su finalidad. A partir de 1639 acuden los hermanos ermitaños del hábito de San Pablo, quienes junto con la Hdad., se ocupan del hospital, dedicándose al cuidado de los enfermos. Su paso fue muy efímero (1639-1646), dado los incumplimientos de las condiciones en la que incurrieron los citados hospitaleros; por lo que, por parte de la Junta de Gobierno de esta Cofradía se procedió a la propuesta de expulsión, siendo mayordomo de esta Cofradía, Bernardo de Flores Avendaño, no sin antes proceder al correspondiente pleito elevado a la Autoridad Eclesiástica.

Tras un paréntesis de veinticinco años, los comprendidos entre 1639 y 1664, en el que de nuevo la Cofradía se hace cargo de la hospitalidad, y tras numerosas gestiones por parte de las distintas Juntas de Gobierno, va a iniciar su andadura en la historia del hospital una congregación, la de los Hermanos Obregones, fundada por Bernardino de Obregón a mediados del siglo XVI y que se había expandido por toda la geografía española durante el siglo XVII. El acuerdo de traer al Hospital a los Hermanos Obregones fue aprobado por la Hdad., en Cabildo de nueve de abril de mil seiscientos sesenta y cuatro y refrendado por la Comunidad Religiosa por escritura de veintisiete del mismo mes. A partir de entonces se incorpora el Segundo título de la Hermandad, Venerable, que hace referencia a la presencia de esta orden religiosa en las dependencias del Hospital. En ella se establecían una serie de claúsulas que deberían cumplir los religiosos, entre ellas que la llave del Monumento del Jueves Santo la llevara ese día el Mayordomo en la procesión. Otra era que la imagen del Santo Cristo no podía salir en procesión sin la autorización de la Hermandad y sólo sobre los hombros de los cofrades. Los hermanos que lo solicitaran podían recibir sepultura en el Hospital y la Cofradía tenía que ayudar anualmente con cincuenta ducados a los Obregones para el montaje del Monumento. Esta claúsula motivó años después, en 1749 un largo y enojoso pleito.

A partir de 1676 son los hermanos de la Congregación del Venerable Bernardino de Obregón los que están al frente de este Hospital, siempre con la ayuda tanto en lo económico como en lo religioso de esta Hdad.

Uno de los acontecimientos más importantes en la dilatada historia de la Hermandad, fue la construcción entre 1745 y 1767 de la actual Iglesia del Santo Cristo, que comenzó sufragando totalmente el indiano arahalense Juan Leonardo Malo Manrique, hasta que en el año de 1748 dejó en enviar caudales, siendo entonces los hermanos de la Hermandad, unidos a la Orden del Venarable Bernadirno de Obregón, los que sufragaron totalmente el resto de la obra.

Las relaciones con la Comunidad de los Hermanos Obregones no fueron siempre buenas. En 1762 se acusó al Hermano Mayor de ocultar bienes y caudales. Tras un epidodio novelesco, se pensó incluso en cerrar al Hermano Mayor en su celda para poder registrar el Hospital. Ante este panorama toda la comunidad huyó. En 1769 volvió la Hdad. a litigiar con los Obregones al denunciarlos ante la autoridad eclesiática al ser su principal objeto “ el de su propia utilidad…. Y no tener religiosidad, ni profesión, dejar el hábito extraer lo que podían, ausentarse, casarse y lo que era más lastimoso es aver abandonado su principal obligación de asistencia y curacaon de enfermería.

Estas afirmaciones fueron confirmadas por numerosos vecinos de Arahal, entre ellos el medico que atendía el Hospital, D. Francisco Mauricio Ortiz. Pero no terminaron aquí las diferencias, pues en 1770 se entabló otro litigio, que duró hasta 1784, por la administración de los fondos que sostenían al Hospital y que salían de las múltiples propiedades que había ido acumulando por mandas testamentarias a lo largo de la Historia. Entonces poseía 58 aranzadas de olivar, 13 viñas, más de 200 fanegas de tierra de tierra calma y cinco casas en Arahal que tenían arrendadas. También se propuso que los bienes se guardaran en un arca de tres llaves, en poder del Vicario de Arahal, otra en manos del Hermano Mayor de la Misericordia y otra bajo la jurisdicción del Mayordomo de la Cofradía.

historia2Esta congregación estuvo en este Hospital hasta su extinción a inicios del s. XIX. El Hospital vivió momentos de gran splendor en estos siglos, gozando de gran fama y prestigio por toda la comarca; el número de enfermos que atendía era bastante elevado, llegando a tener un gran número de ingresosque superaba la centena; a él acudían también heridos de las guerras que se desarrollaban en zonas próximas, como el asedio de Gibraltar de fines del s. XVIII.

Noticias de nuestra Hermandad y del Hospital aparecen en la descripción que hace en 1785 D. Patricio Gutiérrez Bravo, presbítero de Arahal, en la obra Diccionario Geofráfico de España, dirigida por D. Tomás López de Vargas-Machuca, en donde hace referencia a la devoción popular no sólo local sino también regional del Santísimo Cristo de la Misericordia sino también a la labor asistencial del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia, que por aquel entonces contaba con 16 camas, llegando incluso a tener 20, como era el caso de aquel año.

En el año de 1789, por concesión de Carlos IV, la Hermandad recibió su última titulación que fue la de Real, completándose así la denominación de dicha corporación.

Es de destacar el relevante acontecimiento que tuvo lugar en el año de 1800, en donde se lleva a cabo la modificación de los titulares de nuestra Hermandad, en donde la Virgen de Belén fue sustituida por María Santísima de los Dolores. De igual manera la pequeña talla de las Virgen de Belén fue sustituída por una nueva talla la de la Virgen de los Dolores, donada por la entonces camarera Doña Vicenta Sergeant. Esta imagen se colocaría en un nuevo altar, hecho exclusivamente para esta imagen, y que cerraría una de las puertas de la iglesia. Al igual, también data de este mismo año la realización de un nuevo paso para dicha imagen, del cual hoy día se conservan los varales de plata, al igual que el techo de palio.

Este nuevo siglo va a marcar el inicio del declive de esta insigne institución, que irá languideciendo junto con el Antiguo Régimen, en el cual se originó. En los inicios de este siglo la Guerra de la Independencia (1808-1814), hizo que la Hermandad permaneciera cerrada en todos los sentidos, tanto a nivel interno como externo, ya que ni los Sagrados Titulares procesionaron realizando protestación de fe, ni la Junta de Gobierno se reuniera en Cabildo, en esos años de ocupación francesa, concretamente de 1808 a 1813. Seguidamente, con la llegada del Nuevo Régimen, y la corriente de laicidad y anticlericarismo, traída por los liberales a España, durante la regencia de María Cristina de Nápoles y Dos Sicilias (1833-39), se llevó a cabo la Desamortización Eclesiástica de Juan Álvarez de Mendizábal, que tanto afectó a nuestra Hermandad, ya que la práctica totalidad de las bienes territoriales que poseía, a los que anteriormente se ha hecho referencia, y que significan una parte vital para el funcionamiento y manutención del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia, que en aquella época contaba con un número importante de camas, que podría supercar y alas veinte. Por aquel entonces era la propia Hermanadad, ante la ausencia de una orden religiosa tras la desaparción de los Obregones en 1800, la que sostenía el Hospital, lo que provocó que la situación económica de la institución se viera agrabada aún más, pasando por graves dificultades. Un ejemplo de ello es que en estos años se convirtió en una constante la no procesión de los Sagrados Titulares por las calles de El Arahal. Ello llevó a que la Hermandad buscara una nueva orden religiosa que ocupara y se hiciera cargo de las dependencias del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia. Esta búsqueda tuvo su recompensa en el año de 1854, en donde la orden religiosa de las Hermanas de la Caridad del Santo Cristo de los Dolores, conocidas popularmente como las Hermanas del Pozo Santo, llegaron al Hospital.

Otro ejemplo más de la decadencia en la que comenzaba a verse sumida dicha institución, es que sus Juntas de Gobierno, renovadas anualmente después de cada Cabildo de Pentecostés, siempre contaban con los mismos miembros, ocupando diferentes cargos destacando ya notablemente al frente de la institución la familia de los De Torres, Benjumea, Zayas, Heredia y Arias de Reina. Una excepción se produjo durante los años de 1868 a 1875, años en los que se produjo en España El Sexenio Revolucionario o Democrático, en donde la inestabilidad política, trajo como consecuencia la existencia de revueltas sociales en las zonas rurales, lo que hizo que ante esta situación en la Hermandad no se cambiara la Junta de Gobierno dutante estos siete años siendo Hermano Mayor D. Antonio María de Torres. Destacar que en la segunda mitad del s. XIX, apenas hubo nuevos hermanos, documentándose cinco nuevas incorporaciones en el acta del Cabildo de Pentecostés en el año de 1881, siendo uno de ellos D. Eduardo Benjumea Zayas, V Marqués de Monteflorido, que sería posteriormente Hermano Mayor.

Uno de los acontecimientos que marcó el final de este siglo fue el derrumbe del lugar donde se encontraban los pasos de la Hermandad (el cuarto de los pasos), en el año de 1876, acabando con dos verdaderas joyas sobre las procesionaban Nuestros Sagrados Titulares. Por tal motivo, la Hermandad dejó de procesionar durante dos años, hasta que en el año de 1878 se terminaron los nuevos pasos, siendo bendecidos y presentados a los cofrades en el Cabildo del Domingo de Ramos del mismo año. El paso del Santísimo Cristo de la Misericordia se atribuye al ensamblador sevillano Manuel Gómez.

La presencia de las Hermanas del Pozo Santo en el Hospital no fue muy duradera, ya que dejarían las dependencias de éste en el año de mil novecientos noventa y siete por desavenencias con la Hermandad.

Como consecuencia de ello en al año de 1897, se produjo la llegada de las Hermanas Franciscanas del Rebaño de María, que ocuparán el Hospital hasta el año de 1991.

El primer tercio del s.XX, coincidiendo co la mala situación económica y social del país, la pervivencia del Hospital y por ende de la Hermandad va a depender de la gran labor de patrocinio y mecenazgo llevada a cabo por los Hermanos Mayores del momento, quienes sufragaron de sus propios medios económicos, los cuantiosos gastos del mantenimiento del Hospital, el cual se convirtió en Hospital que acogió a los heridos provenientes de la Guerra en África entre 1921 y 1924.

Durante la década de los años treinta se van a vivir momentos de gran tensión en la vida del Hospital y de la propia Hermandad por el anticlericalismo reinante y el temor a ser víctimas del mismo. Reflejo de ello es que en año de 1932 se llega a un acuerdo en Cabildo, por el cual los últimos cuatro Hermanos Mayores (D. Romualdo Arias de Reina, D. José Benjumea Zayas, D. José Zayas Caro y D. Javier Torres Piñar) se hacen cargo de la Hermandad y del Hospital. Toda esta situación desembocó en los tristes sucesos acaecidos el 18 de julio de 1936, con el inicio de la Guerra Civil, en donde se llevó a cabo el saqueo y la quema de la Iglesia y de Nuestros Sagrados Titulares, que causaron gran desolación no sólo entre los hermanos sino también entre todos los arahalenses. Gracias a la labor desempeñada por el
capellán D. Rafael Ramos Martín, que supo transmitir a la Junta de
 Gobierno y a los hermanos la fuerza suficiente para
 iniciar el proceso de restauración, comenzando primero,
 en octubre de 1.936, el encargo de la nueva Imagen al 
sevillano D. Antonio Castillo Lastrucci. Dicha imagen, según las actas del Cabildo de la Junta de Gobierno costó 3000 pesetas de la época, cantidad que fue sufragada no sólo por los hermanos de la Hermandad sino también por los imnumerables donativos del pueblo de Arahal. Dicha imagen fue bendecida en el año de 1937. Posteriormente no será hasta el año de 1943, cuando por obra de D. Antonio Castillo Lastrucci, se coloque a la nueva Imagen de María Santísima de los Dolores en su altar. Dicha imagen fue donada por D. José Torres Castro y su esposa Dª Carmen Torres Rayo, su camarera

historia3Fueron años muy duros, en donde la Hermnadad tuvo que hacer frente a la reconstrucción de su patrimonio destruido en la Guerra Civil y a los numerosos gastos del Hospital de la Caridad, convertido en hospital de campaña a donde acudían los heridos de la Guerra Civil y también los pobres y menesterosos que tanto durante la Guerra Civil como en el período de la Posguerra proliferaron no sólo en El Arahal, sino también en toda España. El cúmulo de estas terribles circunstancias unidas a la progresiva desvinculación de estas ilustres familias, que fijaron su residencia en Sevilla, hicieron que la Hermandad de la Santa Caridad y Misericordia entrara en una etapa de crisis existencial, por lo que ello hizo necesario y obligatorio si se quería mantener la institución, abrirla al pueblo. Y así fue como de manera lenta y progresiva, los arahalenses fueron incorporándose a esta Hermandad. Este proceso dio comienzo a finales de la década de los 50 y comienzo de los años 60 cuando la Junta de Gobierno encabezada por D. Antonio Heredia y Zayas, apoyado en personas de gran relevancia como Romualdo Jiménez Almagro, José Matute Crespo…….. y a hermanos de otras hermandades, que aunaron sus esfuerzos para sacar a la institución del ostracismo contemporáneo en el que se había visto sumida. Será a partir de entonces cuando se va a fijar anualmente la salida y un recorrido procesional que se regulariza a diferencia de épocas pasadas en donde la Hermandad no procesionaba anualmente con regularidad. Además se va a fijar el hábito de nazareno de la Hermandad, siendo este de túnica morada con cordón de esparto, la cual no poseía, ya que en las actas de siglos anteriores, se fijaba el traje oscuro como condición sine quanun para participar en el cortejo procesional. D. Antonio Heredia y Zayas, Hermano Mayor, va a firmar un nuevo convenio con la Diputación Provincial en 1.961, por el que el hospital se comprometía a la asistencia de ancianos enviados desde la Diputación, hasta un máximo de sesenta plazas y la Diputación se comprometía al abono de veinte pesetas diarias por cada uno de los acogidos; la Hermandad se compromete al abono de un cierto número de plazas de personas de esta localidad. En la década de los años 60 y parte de los 70, por parte de la Congregación y de los Hermanos Mayores D. Antonio Heredia y Zayas y D. José de Torres Cordero, el hospital se va adaptando a las nuevas exigencias de habitabilidad. El número de ancianos aumenta y el incremento se debe fundamentalmente al elevado número de ancianos de la localidad que se ven solos y sin cuidado alguno.

A pesar de todos estos esfuerzos la Hermandad no superaba la cifra de los doscientos hermanos. Será a finales de la década de los 80 y durante toda la década de los 90 del pasado s. XX, cuando la Hermandad, incrementó de manera espectacular el número de hermanos, llegando a alcanzar en torno a los 1700, cifra que es muy similar a los que posee actualmente.

Bibliografía:

«La Iglesia del Santo Cristo de Arahal. Historia y Arte». Rafael Martín Martín.

«Archivo de la Hermandad de la Misericordia:

1.- Libro de Acuerdos desde 1677 hasta 1790.

2.- Libro de Acuerdos desde 1790 hasta 1875.

3.- Libro de Acuerdos desde 1875 hasta 1940.

4.- Libro de cabildos desde 1940 hasta 1996.»